#wearecmz: Roberto

24/06/2019

Cuando preparamos la campaña #wearecmz, teníamos muy claro que él sería uno de los protagonistas. Roberto Zumarraga representa la 2ª generación de esta gran empresa familiar que es hoy CMZ, un fabricante líder de tornos de control numérico. Pero no siempre fue así. Roberto nos abre las puertas de su casa y de su memoria para contarnos que cualquier tiempo pasado, no siempre es mejor.

Era un niño

Nuestro protagonista de hoy recuerda, entre la añoranza y la nostalgia, sus primeros pasos en la empresa. Por aquel entonces él "era un chaval" y, además, era el hijo del jefe. Enseguida asumió el papel de chico para todo: trabajaba en el torno, la limadora, pintaba, montaba… Era la mejor forma de aprender y descubrir los entresijos de un negocio que, algún día, sería suyo. Poco a poco fue creciendo y adquiriendo mayores responsabilidades, hasta que llegó el día en que él se quedó al mando.

Todo manual

A sus más de 80 años, Roberto no deja de asombrarse de cómo ha cambiado todo desde entonces. Hace no tantos años, todo era manual. Si se rompía un engrane, se arreglaba de forma manual. Ahora todo esta digitalizado y automatizado lo que requiere de conocimientos más técnicos y profundos y de una importante capacidad de adaptación. En su época, todo era más rudimentario.

Buscando la especialización

Por aquel entonces, en España, había 13 fabricantes de limadoras. Por eso, afirma con orgullo Roberto, decidió empezar a fabricar tornos. Sin embargo, la industria avanzaba a pasos agigantados y pronto aparecieron los primeros tornos de control numérico en el mercado. CMZ tenía que atreverse con ellos. La osadía y el trabajo duro le llevaron a emprender ese nuevo rumbo. Entonces, se dieron cuenta de que, por falta de conocimientos, no llegaban. La situación se iba tornando poco a poco en complicada.

Y entonces, llegaron ellos

No todo estaba perdido, ni mucho menos. La irrupción de Aitor e Iñaki, hijos de Roberto y actuales directores de la compañía, supuso un antes y un después en la historia de CMZ. Su llegada, lejos de ser un hándicap fue una gran oportunidad. Transformaron la inexperiencia en ganas y sus altos conocimientos en la mejor arma para especializarse y crecer. En ello centraron, todos sus esfuerzos. Por aquel entonces, Roberto consideró que lo mejor era retirarse de escena, dejándoles ahí con sus aciertos y sus errores, como él mismo confiesa. Sin duda, hubo muchos más aciertos que errores.

Decidieron apostar por la especialización en la fabricación de tornos CNC, centrándose únicamente en ese tipo de máquina. Algo que, por aquel entonces, podía parecer, como poco, kamikaze. Era la época de los proyectos llave en mano, de las soluciones ad-hoc. Pero ellos, fieles a su idea inicial, no se dejaron cegar por las tendencias y se centraron en fabricar los mejores tornos CNC. Lo consiguieron y, gracias a ello, CMZ cuenta hoy con filiales propias en las principales ciudades europeas y con una importante cuota de mercado.

El secreto

Roberto lo tiene claro. Los conocimientos, indudablemente, son muy importantes, pero, según él, hay algo todavía más crucial y es la gente. Dotarse de un buen equipo humano, técnicamente preparado, entregado y comprometido, garantiza la receta del éxito. Considera que ésa ha sido la principal baza que han jugado sus hijos para levantar una empresa que, ha dado un giro de 180 grados en los últimos 30 años.

Testimonios como el de Roberto, nos ayudan a darnos cuenta de qué nos ha traído hasta aquí, a ser conscientes de que, en ocasiones, las amenazas se convierten en oportunidad y que la única forma de aprender, es equivocarse. Lo mejor siempre está por llegar.