Cuando un amigo se va

Ayer

Hoy reina un silencio inusual en todo CMZ. Todos los que formamos esta familia tenemos obligatoriamente los pies en el suelo y el corazón y la mirada en el cielo. Se ha ido uno de los nuestros, uno de los grandes; un pilar. Ayer, 18 de mayo, nuestro admirado compañero y amigo Enrique Lucas nos dejaba de una forma tan inexplicable como inesperada.

No encontramos las razones ni tampoco las palabras. Enrique era especial. Su carácter férreo, su tesón, su meticulosidad y su constancia conformaban la personalidad de un hombre hecho a sí mismo que vivió en primera fila el crecimiento de esta empresa. Fue protagonista indiscutible del cambio.

Era garra y coraje. Constancia y lealtad. Puro nervio. Nadie volverá a recorrer los pasillos de CMZ como él lo hacía, casi sin apoyar los pies en el suelo y es que él era un soñador. Sabía que era imposible y lo hizo. Llevó el prestigio de nuestra empresa a lo más alto a su manera, sin hacer ruido y dejándose la piel.

Vivía deprisa pero no perdía detalle de nada. No se le escapaba una. Llegó aquí desde su Ermua natal siendo un chavalillo con ganas de comerse el mundo y ¡vaya si lo hizo! Cada una de las más de 430 personas que forman parte de este proyecto son únicas e irremplazables. Enrique por supuesto también. No nos quitamos de la cabeza a su mujer, sus dos hijos y el resto de la familia. No hay palabras.

La canción dice que cuando un amigo se va, algo se muere en el alma. ¡Qué gran y desgarradora verdad!

Hoy el sol brilla y el cielo luce un azul impoluto. Seguro que él ha tenido algo que ver. El vacío repentino que deja es imposible de llenar. Nos negamos a hablar de él en pasado porque es parte imborrable de CMZ.

Enrique, siempre estarás con nosotros.